El éter es un líquido muy volátil porque su punto de ebullición es relativamente bajo (35ºC). Al colocar las manos sobre el matraz, el líquido comienza a calentarse. Se forma vapor que no puede salir porque el recipiente está cerrado. Al haber cada vez mayor cantidad de vapor “atrapado”, ejerce presión sobre la superficie del líquido empujándolo hacia abajo y haciendo que suba por el tubo interior.